Con misma tripulación de la travesía anterior, salimos nuevemante hacia el Paraná, pero esta vez con la intención de cruzarlo y llegar al Capitancito. Aunque salimos un poco antes que la otra vez, debo decir que me atrasé un poco y los minutos cuentan para salir cuanto antes del club, y que al parar en el Rama Negra como la otra vez, para el "refuerzo desayuno" con unos mates y galletitas, nos relajamos y estuvimos 45 minutos en el muelle. El Rama Negra, llamado el Ramita en su primer tramo, tiene un encanto como pocos arroyos, con sus árboles en forma de pórtico, como una bella bienvenida a todo el que quiera navegarlo.
de fondo el rama negra con sus arboles protectores |
Al salir del Rama, tal como hicimos en la travesía anterior, unos metros por el Capitán, luego el arroyo Toro, y el Antequera, del que exageré esta vez en imágenes, porque una tras otra nos iban maravillando por los colores del otoño.
Al salir del Antequera, vislumbrando el Paraná, una exclamación por el objetivo cumplido, nuestra "filmadora oficial" ya de pie en el bote, caras de felicidad y el Paraná increíble, casi sin barcos y el brillo del sol filtrándose entre las nubes reflejándose en el agua. Postales que como siempre digo, el remo nos permite disfrutar personalmente.
Creo que nos vamos superando respecto de la comida en una y otra salida,
que podría calificar como "deportivo-gastronómicas". Galletitas de todo
tipo, bananas, manzanas, mandarinas, mate, pasas, fruta seca,
chocolate, almuerzo, esta vez cada una su vianda muy frugal, agua
mucha, té frio con jengibre, y el postre! para la envidia de todos,
mouse de chocolate o de café. Por supuesto de lo demás sobraron un
montón de cosas, pero nos vamos tranquilas sabiendo que si flaqueamos,
podemos reponer energía. Nada mal...
Para terminar un par de imágenes del río Capitán, con su esplendor de otoño. Esta vez, coincidimos las tres, nos costó mucho volver a subir al bote y volver, el día estuvo hermoso y no nos alcanzó, nos hubiésemos quedado un rato más en el muelle disfrutando de la tarde. Es lo bueno de no llenar los platos, siempre hay que quedarse con un poquito de ganas para poder repetir.