Una imagen repetida en las calles de la zona, después de los festejos, y también por las noches, basura y más basura. No dan muchas ganas de caminar...
Menos mal que llegamos a la reserva ecológica, un reducto céntrico al que todavía podemos acceder y deleitarnos no solo con la actividad física de una buena caminata, como hicimos hoy, o una bicicleteada sin las amenazas de los autos, motos y colectivos de las calles. Lástima que después al volver a caminar entre la basura, me brota una gran depresión, no puedo evitarlo.
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