viernes, 22 de marzo de 2013

relajación: pérdidas y ganancias

Aquí el recorrido, sin fotos ya que llevaba muchas cosas en el bolso y por ser viernes fuí en subte y tren:
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Luján-Gambado-Sarmiento-San Antonio-Arroyo Marchini-Capitán-Sarmiento-Abra Vieja-Rompani-Sarmiento-canal BsAs-Gambado-Luján (ida en rojo, vuelta en azul)
 La remada, una maravilla. Me detuve a comer en el arroyo Marchini, un poco preocupada al principio porque escuché perros, pero después vi que eran de una casa y estaba alambrado. Hay que tener cuidado con los perros salvajes, pueden subir al bote y me dan miedo. Y a la vuelta, entré al arroyo Santa Rosa y fui hasta el final, termina en el San Antonio, la verdad me pareció un lugar hermoso, se va angostando un poco y a veces es difícil seguir, pero está muy lindo y lo recomiendo.

A qué se debe el título , muy simple: a las condiciones espantosas en las que viajamos en Buenos Aires, tanto en auto por los cortes y embotellamientos, como en transporte público. El tren del Mitre no tiene horarios en estos momentos, asi que hay que tener suerte, y pescarlo justo en la estación . Ya son varias veces las que me pasa a la vuelta, en la estación Tigre, que hay un tren en la estación , y hasta dos , con las puertas cerradas, y la gente se junta y se junta, entre los que me cuento por supuesto, desorientados todos esperando que alguien que hable por un altavoz nos indique a que plataforma debemos dirigirnos. 
La ida desde Retiro, como en general no es en hora pico es bastante buena, hasta el otro día hice una selección de algunos libros para leer en el tren. Aunque también dejan que se llene el andén y todos se conviertan en enemigos mirándose de costado por temor a que el de atrás quiera adelantarse , o el de la fila de al lado se pase de vivo y avance en cuanto  se abra la puerta del tren. Asi la tensión crece, pero generalmente se consigue un asiento. La vuelta ya no es tan agradable. Debo decir que a la vuelta, a la tardecita, conseguí un asiento en Tigre, de todos modos el viaje fué una tortura, con el bolso de una mujer que venía de pie amenazando mi pobre cabeza durante casi todo el viaje, mis compañeros de asiento que se echaban a dormir y se estiraban, reduciendo el espacio que correspondería ocupar a mis piernas, mal olor, wachiturros con el mp3 sin auriculares, en fin, sigue en el subte, pero es más rápido, si es de pie ya se sabe en que condiciones se viaja, considerando que las multitudes que bajan del tren en su mayoría se dirigen a Constitución y van al subte, y si es sentado, a veces me tiento y me siento en el asiento del borde, en los subtes que tienen asientos largos enfrentados, mirandose las caras unos con los otros, y después me arrepiento, porque tengo que soportar variedad y tamaño de colas de todo tipo, y tipa, que se apoyan sin ningun cuidado, casi en la cara del que va sentado. En fin, para que hablar de las caras de los que van enfrente, no se que opinará quien lea esto , si es que alguien lo hace, pero últimamente descubro una especie de odio en las caras de casi toda la gente, miran mal, no se, como si uno les hiciera algún daño, nadie tiene el más mínimo respeto por el otro, noto un embrutecimiento general, esa es la palabra más adecuada, embrutecimiento. Por todo este panorama, digo que todo lo que me relajé remando, y lo bien que la pasé, se perdió en el viaje de vuelta, una lástima, es cansador, a veces angustiante.

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