después lo dijo en inglés, "only the love... save the world", y empezó a predicar, no dijo nada del Evangelio, habló de la obediencia a Dios y habló algo del diablo. Pensé que era sólo prédica, y encima, trajo su banquito para sentarse!
Pero no, el banquito era porque iba a tocar el bandoneón, y la verdad, busqué las monedas, y otra gente también, me pareció un artista buenísimo. Tocó dos temas, un tango y una milonga. Aplaudí con ganas, y me sorprendió que los otros que aplaudieron, siempre cuesta mucho que los pasajeros aplaudan, fueron pibes muy jóvenes. El que se quedó con la primera parte, un tonto, porque hay que distinguir el arte de todo lo demás, un artista es un artista, en el tren, o en un teatro. Lo importante además, no intentó conmover, no pidió con ningún fin en particular, actuó y pasó la gorra, nada más, bien vestido, contento visiblemente al interpretar. De todos modos, uno se queda pensando mucho cuando ve talento, más alguna incongruencia con las mayorías, que solemos llamar locura, más edad. Pensando qué habrá hecho en su vida, habrá vivido de la música, se habrá quedado sin trabajo por predicar, por qué a esa edad trabaja en el tren...cuántas preguntas...
Otra cosa de la que hace tiempo quiero hablar es del aplauso a los artistas itinerantes. Mucho más fácil es conseguir un aplauso en una plaza o en la playa en un lugar de vacaciones, que en un medio de transporte. En general la gente no aplaude. Creo que habiendo estudiado teatro y conociendo un poco el trabajo interno de los artistas, el reconocimiento es muy importante, es parte del pago, es como un alimento. Hay días que el reconocimiento es mayor, otros menos, si hay que reir, hay días en los que el público se rie, otros que no tanto, la risa, el aplauso, cuando son merecidos no deben escatimarse, uno no debe avergonzarse por aplaudir.
Ultimamente viajo mucho en tren, y cada vez que bajo, pienso en describir algunos de los variados personajes que suben a vender o pedir. En el Roca suben muy pocos artistas, diría que ninguno. Los que más se ven son los indigentes que piden, con una violencia implícita en su forma de mirar o caminar, ponen sobre las rodillas de los pasajeros una estampita, una tarjeta, o simplemente, un papel impreso y fotocopiado que dice que necesitan la plata para mantener a su familia porque tienen no se cuántos hermanitos y tienen que comprar la leche y los pañales, y qué se yo... porque en general, y todos lo sabemos, son niños pequeños, sucios, que tienen a la madre sentada en uno de los asientos, esperando el dinero. Otras veces suben las mujeres con bebes en brazos, de las que también mucho se ha hablado, se duda de si son o no sus hijos, de lo que no se duda es de la utilización de los chicos en todo sentido, y es lo que produce asco y repugnancia.
Otros que suben son los ciegos, no tanto en el Roca tampoco, los rengos, discapacitados diversos vendiendo algo, cosa en un escalón o dos mucho más respetable que pedir, y menos utilizar un niño para conseguir dinero. Y los más respetables, los que venden alfajores, chocolates o gaseosas pero no ostentan discapacidad alguna, simplemente están trabajando. Hay otros seres molestos por demás, que suben con una netbook o a veces con un grabador, y venden videos o cds truchos, y hay que pasar la mitad del viaje escuchandolos con la música a todo lo que da. El otro día , sin ir más lejos, vendía música romántica, Angela Carrasco, Camilo Sesto, cosas muy antiguas, y causaba molestia pero a la vez risa. Confieso que yo bajé del tren, y pensaba: " Jamáaaas, jamaaaas he dejado de ser tuuyo, lo digo con orguuuuullooo, tuuuuyio naaaada maaaas...", porque te van disparando cosas que escuchabas cuando eras chica. Y otras veces venden videos infantiles y canta el sapo pepe, que es más entretenido. Pero artistas en el Roca nunca suben.
En el Mitre, suben algunos artistas, ayer subió el señor del bandoneón, otras veces suben unos que cantan una fusión de rap con folclore, que son buenos, y asi, gran variedad. Y en el subte muchas veces suben también , en la D en general. También ayer subieron los ciegos, y también algunos impostores, como una mujer ciega, que para pedir dinero y dar lástima, simulan que cantan o tocan la guitarra, y lo único que uno espera es que terminen pronto y se vayan de una vez, subió uno que vendía medias, y no sé quien más, pero me dejaron leer tranquila por lo menos.
Puede ser que mañana tome el tren, quién subirá...