jueves, 19 de enero de 2012

alpargatas

Como decía en la entrada anterior, hay una relación entre las convicciones de las que hablé y lo que me pasó el 8 de enero allá en sierra de la ventana. No hay muchos negocios en sierra, en general nos la pasamos comprando cosas para comer, ya que no solo es por estar de vacaciones, sino que realmente todo es más rico allá, las cosas dulces sobre todo. Hay un par de tiendas que siempre visito, a ver si encuentro algo que me convenga y me guste, que no consiga o que sea más caro acá .

Hacía varios días que había visto unas sandalias de cuero en la vidriera de una de estas tiendas, en la que nunca compré porque me parecía que era todo más caro ahi. Me encantaron,  además había unas de un color verdecito, igual al color de un pantalón que tengo, y pensaba y pensaba todo el tiempo lo bien que combinarían, y me decidí a comprarlas. Una mañana fui y me las probé , pero no logré decidirme porque las tiritas me molestaban un poco, y temí que empeorara la molestia, por otro lado siempre el calzado me apreta de un lado y me sobra  de otro porque el pie es largo y flaco. Con esta duda y desencanto de las sandalias, seguí mirando lo que había y vi unas alpargatitas, también de cuero, y me las probé. Siempre uso alpargatas, de tela, me encantan, son el calzado más cómodo, pero de cuero nunca había usado. Me probé unas negras, me quedaban super cómodas, y pensé que para ir caminando al colegio, en tiempos en que las sandalias son muy frescas y las botas de invierno muy abrigadas, podrían andar bien, sobre todo en las calles sucias de San Telmo y Constitución, donde no se puede usar calzado muy fino para caminar. Me gustaron unas marrones, pero no tenían mi número, dijo la vendedora que durante el fin de semana llegarían nuevas. Así que quede contenta con la prueba y pensé en pasar un par de días después a comprarlas.
Como había pensado, pasados unos días volví en busca de mis alpargatas, habían llegado las marrones, me las probé y además descubrí unas que eran como de gamuza, que me gustaron más y me resultaron más comodas aun, me dijo la vendedora que eran de pecarí. Las compré.

Al salir del negocio, inmediatamente, empecé a sufrir una angustia terrible pensando en el bichito que habían matado para hacer alpargatas, o en las vacas sacrificadas para hacer casi todo el calzado que compro. Me angustié tanto que me costócomer y  dormir a la noche, tuve largas charlas con J, desde que salí de la tienda, hasta medianoche. La culpa fue horrible y pensé en cambiarlas, que habría sido en vano porque no tenían de tela, tirarlas, regalarlas, no sabia que hacer...Al final no hice nada, porque de hacerlo tendría también que deshacerme de todos los zapatos y carteras de cuero. Uno a veces no distingue bien, porque es total la convicción al no haberme comprado nunca un saco de cuero, pero nunca lo pensé al comprar calzado. Y bueno, el momento de la compra de las alpargatas de pecarí, no sé si porque era un animal distinto de la vaca, o por qué fué, pero probablemente haya definido un antes y un después de la compra, como un ser coherente con la idea del vegetarianismo del que hablé en la otra entrada, no es para comer para lo único que se sacrifican animales.

De todos modos, J muchas veces me lleva a la reflexión, me explicó que lo importante era actuar globalmente en ayuda del medio ambiente. Dicho de otro modo, además de sacrificar animales para comer, o hacer zapatos o ropa, las fábricas que tiran residuos en los rios, o gases tóxicos en el aire, provocan enferemedad y muerte en millones de animales y seres humanos. Además de pensar en el no consumo de carne o calzado hay que reciclar, hay que clasificar la basura, evitar el uso de materiales contaminantes, y todos podemos hacerlo, es un compromiso y alla en sierra comenzamos a no usar bolsitas de plástico, como lo conté en otra entrada, y la basura se discrimina en distintos tachos, y la gente en general responde, vidrios por un lado, plásticos por otro, papel por otro.... Acá en la ciudad de Buenos Aires, es mucho más difícil hacer que la gente tome conciencia, pero la verdad es que las autoridades nada o casi nada hacen al respecto. No solo la reflexión de J me dió tranquilidad , sino que significó un punto de partida para repensar mi conducta con el medio ambiente.


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